Cada persona vive en su propio mundo interior, defendiendo sus gustos, éticas, costumbres y pasiones. Esa diversidad es lo que hace al mundo fascinante, dinámico y único. Sin ella, la intriga de conocer algo o alguien nuevo perdería sentido. Por mi parte, abrazo plenamente lo que soy y estoy siempre dispuesto a aprender lo que no soy.

En mi vida, encuentro un placer infinito en el arte puro, real y transparente de la fotografía. Este arte, en constante evolución, me permite capturar más allá de lo visible: personas, objetos, espacios... Cada elemento cuenta un lenguaje único que solo los ojos pueden descifrar. Pero para mí, la fotografía va más allá de lentes y diafragmas; es una aventura, una búsqueda por impactar y transmitir la sensación de "yo estuve ahí".

Es un honor capturar el lenguaje de la vida a través de la fotografía, desde las sutiles curvas de un cuerpo humano hasta la fría y ruda profundidad de una ciudad. No se trata solo de encuadrar o dar instrucciones, sino de sentir y captar el instante preciso, de dejar que la pasión y el arte fluyan. La fotografía no es solo mi vocación, es mi razón de ser.